El vino y la música han caminado juntos siempre, pero hay ocasiones en los que surgen, a lo largo del camino, sentimientos profundos. Este es el caso del quinteto barcelonés Mishima y la bodega Estones Vins de Mas Sersal, en el que ambos han unido su talento para dar vida a tres obras en forma de vino.

Si bien es cierto que el vino siempre ha sido un tema recurrente en el arte, en esta ocasión se han invertido los papeles y es el arte el tema del vino, siendo este el hilo conductor que ha servido para tejer una sinergia tan brillante como necesaria. Dicho de otro modo, los vinos de Estones de Mishima son el fruto de la tradición vinícola de la bodega y la intimista poesía de la banda.

Gracias al amor por el vino como sentimiento compartido y con el arte como bandera, esta alianza ha alumbrado tres caldos cuyos nombres han sido tomados de letras de canciones de Mishima:

- Vine. Estones de Mishima (D.O.Terra Alta): Elaborado con garnacha blanca y macabeu. El 50% de la garnacha blanca, fermentada y criada en botas nuevas de roble francés y acacia, durante 8 meses. El otro 50% de la garnacha blanca, fermentada en depósitos de inoxidable. El resultado es un vino amarillo pálido con reflejos verdosos. En boca tiene entrada amplia, muestra mucha sutileza, con notas cremosas, afrutadas y un final balsámico por lo que es perfecto para maridar con embutidos, carnes blancas, pescado al horno, quesos curados y quesos cremosos.

- Set tota la Vida. Estones de Mishima (D.O.Montsant): Se trata de un vino tinto de capa media-alta, limpio y brillante, con buena formación de lágrima, de color cereza picota con ribetes violáceos. En boca es suave, con acidez fresca y equilibrada, en el que las notas de fruta y crianza se mezclan de forma sutil por lo que es perfecto para maridar con carnes suaves de aves, conejo, cerdo, pescado graso y pasta.

- Guspira Estones de Mishima (D.O. Cava): Un cava fresco y suave, de burbuja fina y bien integrada. Destacan los aromas de fruta blanca y algunos cítricos acompañados con la briochería procedente de la crianza con las lías, así como ciertas notas de melocotón de viña. En boca, su acidez fresca contrasta con la cremosidad del vino. La buena integración del carbónico proporciona que la botella sea fina y persistente, aportando sensaciones táctiles crujientes y sedosas.